viernes, 3 de agosto de 2007

Los Protocolos de los Patócratas

Laura Knight-Jadczyk
Resumen extraído de "The Protocols of the Pathocrats"

La cuestión de los medios de comunicación es el problema número uno al cual tenemos que enfrentarnos. El conocimiento es poder y aquellos que controlan la información puedan controlar a las masas, es así de simple. Mientras investigábamos el tema de los medios de comunicación, nos encontramos con los “Protocolos de los Sabios de Sión” Como todos saben, esto es una malintencionada broma pesada anti-semítica. Y estamos de acuerdo. Ni por un minuto pensamos que esto representa el judaísmo o cualquier persona judía común. Lo que ha sido un choque para nosotros es darnos cuenta que los Protocolos están siendo implementados casi línea a línea por los miembros de la administración de Bush y por los varios gobiernos que formulan su política exterior. En otras palabras, los Protocolos no son una broma pesada porque sea algo sin sentido, pero más bien son una broma pesada porque fue atribuido a los judíos. El texto del Protocolo número XII es la cuestión a la cual el pueblo de los EEUU debe enfrentarse antes que puedan hacer cualquier otra cosa.

Antes de presentar el texto del Protocolo número XII, primero un poco de antecedentes...

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Los problemas son las mentiras de los medios de comunicación (o individuos) y como éstas se reciben y asimilan por las masas de personas. Esperemos que con algunos extractos del libro de ponerología de Andrew Lobaczewski se transmita la información necesaria para entender estos problemas:

Esquizoidia: La esquizoidia, o psicopatía esquizoide, fue aislada por los mismos famosos creadores de la psiquiatría moderna. Desde el comienzo fue creada como una forma más leve de la misma contaminación hereditaria que es la causa de la susceptibilidad a la esquizofrenia.
Sin embargo, esta última conexión nunca pudo confirmarse ni ser negada con la ayuda de análisis estadísticos, y en aquel entonces no se encontró ningún examen biológico que fuera capaz de resolver el dilema. Por razones prácticas, hablaremos de la esquizoidia sin hacer más referencia a esta relación tradicional.

Los textos nos proveen descripciones de distintas variedades de esta anomalía, cuya existencia puede ser atribuida a los cambios en el factor genético o a diferencias en otras características individuales de una naturaleza no patológica. Esquematicemos pues a las características comunes a las subespecies.

Los portadores de esta anomalía son hipersensibles y desconfiados, pero prestan poca atención a los sentimientos de los demás, tienden a asumir posiciones extremas, y están ansiosos por vengarse ante la menor ofensa.

A veces son excéntricos y extraños.

Su escaso sentido de la situación psicológica y de la realidad los conduce a sobreponer interpretaciones erróneas y peyorativas de las intenciones de los demás.

Se involucran fácilmente en actividades que son ostensiblemente morales, pero las cuales en verdad infligen daños sobre ellos mismos y otros.


Su visión psicológica del mundo, empobrecida, los vuelve típicamente pesimistas en cuando a la naturaleza humana. Con frecuencia encontramos expresiones de las actitudes que les son características en sus afirmaciones y en lo que escriben: "La naturaleza humana es tan mala que el orden en la sociedad sólo se puede mantener a través de un poder fuerte creado por individuos altamente calificados en nombre de alguna idea más elevada." Llamemos a esta frase, la expresión típica de la "declaración esquizoide".

La naturaleza humana tiende efectivamente a ser mala, sobre todo cuando los esquizoides le amargan la vida a la gente.

Cuando se ven enredados en situaciones de grave estrés, sus defectos hacen que colapsen fácilmente. Su capacidad de reflexión se ahoga inmediatamente, y a menudo los esquizoides caen en estados sicóticos reactivos tan similares en apariencia a la esquizofrenia que eso los conduce ser mal diagnosticados.

El factor común de las variedades de esta anomalía es una palidez de emociones y una falta de sentimientos para las realidades psicológicas, un factor esencial en la inteligencia básica. Esto puede ser atribuido a alguna cualidad incompleta del sustrato instintivo, el cual funciona como si hubiese sido creado en arenas movedizas. La baja presión emocional les permite desarrollar un verdadero razonamiento especulativo, que es útil en actividades no humanísticas, pero a causa
de su carácter parcial, tienden a considerarse intelectualmente superiores al "común" de la gente.

La frecuencia cuantitativa de esta anomalía varía entre las razas y naciones. Es baja entre los negros, y la más alta entre los judíos. Las estimaciones de esta frecuencia rondan entre una cantidad insignificante hasta el 3%... Mis observaciones sugieren que esta anomalía es autosómicamente hereditaria.

Una actividad ponerológica esquizoide debería ser evaluada de acuerdo con dos aspectos. A pequeña escala, tales personas ocasionan problemas a sus familias, se convierten en herramientas de intriga en manos de individuos listos e inescrupulosos, y por lo general realizan un mal trabajo al criar generaciones más jóvenes. […] Esta tendencia a ver la realidad humana según el modo doctrinario y simplista que consideran "adecuado" – es decir, "negro o blanco" – transforma a sus
intenciones, por lo general buenas, en malos resultados. Sin embargo, su rol ponerogénico puede adquirir proporciones macrosociales si su actitud hacia la realidad humana y su tendencia a inventar grandes doctrinas son volcadas en un papel y duplicadas en grandes ediciones.

A pesar de sus déficits típicos, y mismo hasta de una declaración esquizoide abierta, sus lectores no se dan cuenta de cómo son realmente las personalidades de los autores. Ignorantes acerca de la
verdadera condición del autor, esos lectores desinformados son llevados a interpretar tales obras de una manera que corresponde a su propia naturaleza. Las mentes de la gente normal tienden hacia una interpretación correctiva gracias a la participación de su propia y más rica visión psicológica del mundo. Al mismo tiempo, muchos otros lectores rechazan en forma crítica tales obras con indignación moral pero sin ser conscientes de la causa específica. […]

Los personajes esquizoides tienen como propósito imponer su propio mundo conceptual al resto de la gente o a grupos sociales, utilizando un egoísmo patológico relativamente controlado y la tenacidad excepcional derivada de su naturaleza persistente.

Por lo tanto son capaces eventualmente de dominar la personalidad de otro individuo, lo que hace que el comportamiento de este último se vuelva desesperadamente ilógico. Pueden también ejercer una influencia similar en el grupo de gente al que se han unido.

Son solitarios psicológicos que comienzan luego a sentirse mejor en alguna organización humana, en donde se vuelven fanáticos de alguna ideología, intolerantes religiosos, materialistas, o adherentes a una ideología con características satánicas. Si sus actividades consisten en el contacto directo a una escala social pequeña, por lo general sus conocidos los consideran como simplemente excéntricos, lo que limita su rol ponerogénico. Sin embargo, si logran esconder su propia personalidad detrás de las palabras que escriben, su influencia puede llegar a envenenar las mentes de una sociedad a gran escala y durante un largo período.

La convicción de que Karl Marx es el mejor ejemplo de este fenómeno es correcta, dado que presenta la figura más conocida de este tipo. Frostig, un psiquiatra de la vieja escuela, incluyó a Engels y a otros dentro de una categoría llamada "los fanáticos esquizoides barbudos." Los escritos famosos atribuidos a los sionistas sabios al comienzo de siglo comienzan con una declaración típicamente esquizoide. El siglo diecinueve, y en especial la segunda mitad, parece haber sido una época de actividad excepcional por parte de individuos esquizoides, a menudo pero no siempre de descendencia judía. Después de todo, debemos recordar que el 97% de los judíos no manifiesta esta anomalía, y que ésta también está presente en todas las naciones europeas, si bien en un grado mucho menor. Lo que heredamos de este período incluye imágenes del mundo, tradiciones científicas, y conceptos legales condimentados con la aprensión esquizoide de la realidad, un ingrediente de muy mala calidad. [...]

A pesar de que los escritos de autores esquizoides contengan la deficiencia ya descrita, o hasta una declaración esquizoide abierta que constituye una advertencia suficiente para los especialistas, el lector promedio los acepta, no como una visión de la realidad envuelta en esta anomalía, sino más bien como una idea que él debería considerar seriamente basándose en sus convicciones y razonamiento. Ese es el primer error.

El modelo de ideas por demás simplificado, desprovisto de color psicológico y basado en datos fácilmente disponibles, tiende a ejercer una influencia intensa que atrae a individuos que no son lo suficientemente críticos, y que a menudo se sienten frustrados como resultado de un ajuste social que empuja hacia abajo, descuidado culturalmente, o caracterizado por algunas deficiencias psicológicas propias. Tales escritos son particularmente atractivos para una sociedad histerizada. Otros que lean dichos escritos se sentirán inmediatamente impulsados a criticar basándose en su sentido común sano, aunque es posible que tampoco puedan distinguir la causa esencial del error: que estos escritos emergen de una mente biológicamente pervertida.

La interpretación social de tales escritos y declaraciones doctrinarias se abre en trifurcaciones principales, que engendran divisibilidad y conflicto. La primera rama es el camino hacia la aversión, que se basa en el rechazo de los contenidos de la obra a causa de motivaciones personales, convicciones que difieren o una repulsión moral. Estas reacciones contienen la interpretación moralista de los fenómenos patológicos.

La segunda y tercera ramificación están relacionadas con dos tipos de apercepción muy diferentes entre aquellas personas que aceptan los contenidos de tales obras: los críticamente correctivos y los patológicos.

La perspectiva críticamente correctiva es adoptada por gente cuyo sentir por la realidad psicológica es normal y quienes tienden a incorporar los elementos más valiosos de la obra. Luego trivializan los errores obvios y completan los elementos faltantes de las deficiencias esquizoides con su propia visión del mundo, más rica. Esto da lugar a una interpretación más razonable, medida, y por ende creativa, pero no puede estar completamente libre de la influencia del error, que con frecuencia viene aducido por encima.

La aceptación patológica, en cuanto a ella, es manifestada por individuos con deficiencias psicológicas propias: distintas formas de perversiones, ya sean heredadas o adquiridas, así como por mucha gente que carga con malformaciones de la personalidad o quien ha sido lastimada por la injusticia social. Eso explica porqué su alcance es mayor que el de la influencia de la acción directa de factores patológicos.

La aceptación patológica de escritos esquizoides o de declaraciones por otra gente pervertida, por lo general brutaliza los conceptos del autor y promueve ideas de medidas de fuerza y revolucionarias.

Desafortunadamente, el paso del tiempo y las experiencias amargas no han podido prevenir estos malentendidos característicos que nacen de la creatividad esquizoide del siglo diecinueve, con la obra de Marx en primera plana, por haber afectado a gente y por haberla privado de su sentido común.

Aunque más no sea por los propósitos del experimento psicológico ya mencionado, buscar obras de K. Mark y diferentes afirmaciones con estos déficits característicos, es una buena práctica para desarrollar la consciencia en cuanto a este factor psicológico. Si mucha gente con distintas visiones del mundo conduce tal estudio, el experimento podrá mostrar cómo una visión clara de la realidad puede ser restaurada, y luego se torna más fácil encontrar un lenguaje común.

La esquizoidia ha ocupado pues un lugar esencial siendo uno de los factores en la génesis del mal que amenazan al mundo contemporáneo. Practicar la psicoterapia en el mundo exigirá por lo tanto que los resultados de ese mal sean eliminados lo más hábilmente posible.

Lobaczewski nos dice que las personas fácilmente tomadas por la propaganda esquizoide son o personas normales que son insuficientemente críticas o que proyectan en su contenido sus propias “interpretaciones”, o que padecen ellos mismos de algún defecto psicológico o caracterológico. Prestemos particular atención a lo que se describe acerca del “mecanismo de conducción” del psicópata esquizoide:
Los personajes esquizoides tienen como propósito imponer su propio mundo conceptual al resto de la gente o a grupos sociales

En otras palabras, tienen la intención de “imponer interpretaciones erróneas y peyorativas en las intenciones y las acciones de otras personas” que los conlleva a su “Declaración Esquizoide” de que los “otros” (un individuo o sociedad) es “tan malo” que ellos (el psicópata esquizoide) y solo ellos tienen el deber de arreglar este error y traer justicia a ese individuo o sociedad. Y esto es, por supuesto, estructurado en el contexto de algún “poder superior”. Y el método que utilizan es increíble de observar. Como Lobaczewski lo describe: "utilizando un egoísmo patológico relativamente controlado y la tenacidad excepcional derivada de su naturaleza persistente. Por lo tanto son capaces eventualmente de dominar la personalidad de otro individuo, lo que hace que el comportamiento de este último se vuelva desesperadamente ilógico. Pueden también ejercer una influencia similar en el grupo de gente al que se han unido."

Una lectura cuidadosa de ciertos boletines en internet podrían dar al estudiante de psicología una rica y amplia gama de ejemplos de esta actividad.

En otras palabras, el Psicópata Esquizoide es un tipo de “intimidador”.

Las intimidaciones de un tipo esquizoide son casi enteramente psicológicas, tomando la forma de triviales criticismos puntillosos y detallistas, constantes hallazgos de faltas, citando su versión de la realidad como “hecho”, mientras omiten cualquier dato real, y logrando persuadir a los oyentes o lectores que solo ellos HAN producido datos cuando, de hecho, no lo han hecho; esto, combinado con un rechazo simultáneo de reconocer, valorar o admitir nada de lo que los demás hacen como ni siquiera remotamente positivo, (ellos son los “expertos”), todo sirve para dominar la personalidad del oyente. Las alegaciones de estar en lo correcto son repetidas, persistentes y tenaces, y solo después de la “justicia”, eventualmente cansan al oyente o lector, especialmente si esto se acompaña de colegas que saltan de tiempo en tiempo con aclamaciones violentas e ilógicas, que hacen al psicópata esquizoide verse mucho más sanos cuando ellos reprenden a sus colegas por tal mal comportamiento. Tal manipulación también incluye fingir el ser una víctima, especialmente cuando son llamados para dar cuentas de sus tonterías o cuando datos reales son demandados.

Los objetivos del esquizoide es el Poder, el Control, la Dominación y la Subyugación. Consiguen sus metas con varios métodos incluyendo la intimidación de otros, tratando de estimular miedo, vergüenza, culpa, humillación, mientras mantienen una constante negación de que esto es lo que están haciendo. Por lo general son asistidos por “aplaudidores”o “Coros Griegos”.

Una táctica favorita del esquizoide es el de poner a las personas en contra de las otras. Los beneficios para el esquizoide es: a) él o ella gana mucho en gratificación (una forma perversa de satisfacción) al promover y provocar argumentos, hostilidad o disputas, y después ver otros involucrarse en una interacción adversaria y en conflictos destructivos, y b) el conflicto generado les asegura que la atención de la gente sea distraída y alejada de la causa del conflicto. Después ellos pueden venir y ser "la voz calmada de la razón",y entonces subvertir la lógica y la razón y las emociones del objetivo.

Los esquizoides son adeptos en distorsionar las percepciones de las personas con el intento de engendrar una vista negativa del blanco en las mentes de otros; esto es logrado a través de minimizaciones, creaciones de dudas y sospechas con distorsiones astutas de hechos menores, y compartiendo preocupaciones falsas, etc. Este envenenamiento de la mente de las personas es difícil de mostrar porque es casi siempre muy sutil. Casi siempre a aquellos que se creyeron lo del esquizoide les lleva tiempo y experiencia el ver sobre la máscara de engaño y entender como y porqué fueron utilizados como peones.

El esquizoide trata siempre de establecer una relación exclusiva con individuos específicos para que ellos (los esquizoides) sean vistos como fuentes de información confiables, esto puede ser logrado al pintar al blanco como irresponsable, inestable, no amoroso, desconfiable, etc..., utilizando distorsión y fabricación de alegadas fallas, violaciones de confianza, etc.

El objetivo es manipular las percepciones de las personas y crear una dependencia para que las personas puedan confiar exclusivamente en el esquizoide y ver al esquizoide como única fuente de información. Cuando han sido expuestos, los esquizoides se aferran a ser víctimas y atraen el enfoque hacia ellos mismos, siendo ésta otra forma de manipular a la gente a través de sus emociones de culpabilidad, simpatía, diciendo lo siento, etc., mientras pintan a su blanco como el villano. Cuando el blanco trata de explicar el juego, son inmediatamente llamados "paranoicos".

Bueno, esta es la técnica “humana” del psicópata esquizoide. Pueden extrapolar un poco y ver que esto es exactamente como los medios de comunicación operan en grande escala. Es un provado y verdadero protocolo para direccionar a seres humanos a la dirección que quieran que vayan, para hacerles pensar lo que quieran que piensen y en fin, para que hagan lo que quieren que ellos hagan.

Con la descripción de cómo esta manipulación mental trabaja, veamos ahora el Protocolo XII donde veremos cómo el proceso descrito se ha implementado en una gran escala social por esquizoides, psicópatas y caracterópatas.
¿Qué papel representa actualmente la prensa? Sirve para encender las pasiones y mantener los egoísmos partidarios. Es vana, injusta, mentirosa, y la mayoría de las personas no comprenden su utilidad. La sellaremos y le pondremos freno, como haremos con las demás obras impresas; ¿de qué nos servirá desembarazarnos de la prensa si fuésemos blanco de las demás publicaciones y de los libros?

Ahora, tome en cuenta que “nosotros” arriba NO se refiere a judíos, se refiere a los psicópatas, esquizoides, esenciales y otros tipos. Como Lobaczewski’s escribió en Ponerología Política:
Tenía que estudiar temas abordando la psicología y la psicopatología con el fin de responder a las preguntas que surgían de nuestras observaciones; el abandono científico en éstas áreas son un obstáculo difícil de superar. Al mismo tiempo, alguien guiado por un conocimiento especial aparentemente desalojó las bibliotecas de cualquier cosa que se podría encontrar con respecto al tema.

Para realmente comprender cómo los psicópatas saben que ellos son diferentes desde prácticamente el nacimiento, que ellos son verdaderamente “un tipo diferente de criatura” a los seres humanos normales, se necesitaría leer el libro de Ponerología. Por el momento, sin embargo, cuando usted lea “nosotros” en este texto, sustitúyelo con “psicópatas” y usted tendrá la comprensión correcta.
Es cierto que los periódicos de los partidos podrían resultar mas perniciosos que las pérdidas de dinero; de ser así, los suprimiremos a raíz de su segunda acometida. nadie habrá de manchar el mito de nuestra infalibilidad gubernamental. para suprimir un periódico, diremos que agita los ánimos sin razón y sin motivo.

Se habrá de notar que, entre los jornales que nos ataquen, habrá muchos creados por nosotros mismos. Estos atacarán exclusivamente los puntos que deseamos modificar.

Sin nuestro visto bueno, nada le será comunicado a la sociedad. Esto último ya se ha logrado. Hoy día, las noticias de todas partes del mundo son recibidas por diversas agencias que las centralizan. Estas agencias son enteramente nuestras y revelan solamente lo que les permitimos publicar.

En la actualidad, hemos sabido apoderarnos del ánimo de las sociedades cristianas de tal modo que, en todas partes, miren los acontecimientos mundiales a través de los prismas que colocamos delante de sus ojos. Ya no hay muros en ningún estado que nos impidan entrar a lo que los cristianos denominan tontamente secretos de estado. ¿Que será cuando seamos los dueños reconocidos del universo en la persona de nuestro rey universal?

Quien quiera ser editor, librero o impresor estará obligado a obtener un diploma que, en caso de su poseedor cometer una falta cualquiera, le será retirado inmediatamente. Con tales medidas, la máquina del pensamiento se convertirá en un medio de formación en las manos de nuestros gobiernos; nuestro mando no les consentirá que las masas divaguen sobre la utilidad del nuevo desarrollo.

¿Quién entre nosotros ignora que los bienes ilusorios llevan directamente a los sueños absurdos? De dichos sueños se han originado las relaciones anárquicas de los hombres entre si y con el poder. Es que el progreso, o mejor dicho, la representación de tal le ha dado pie a ideas de incontables e ilimitadas emancipaciones.

Todos aquellos que llamamos liberales son anarquistas, si no de hecho, por lo menos de pensamiento. Protestando por el mero placer de refunfuñar, persiguen las ilusiones de la libertad y caen en la anarquía.

Volvamos a la prensa. Le impondremos gravámenes como a todo cuanto se imprima. Serán impuestos ascendientes según el número de folios. Las publicaciones de menos de 30 páginas, registradas como folletos, tributarán el doble; se busca asi, por una parte, reducir el número de revistas, que son el peor de los venenos y, por otra, obligar a los escritores a producir libros tan largos y caros que se lean poco. Por el contrario, los que editemos nosotros para el bien común y con la tendencia establecida serán económicos y leídos por todos. Los impuestos acabarán con el vano deseo de escribir, y el miedo a la sanción someterá a los literatos.

Si alguien volviese su pluma contra nosotros, no hallará quien quiera imprimir sus escritos. Antes de consentir a imprimir una obra, el editor o impresor consultará a las autoridades a fin de obtener la autorización necesaria. De este modo, conoceremos de antemano las emboscadas que nos tiendan y contraatacaremos, dando explicaciones con antecedentes sobre el asunto tratado.

La literatura y el periodismo son los medios educativos más importantes. Por eso, nuestro gobierno será el propietario de la mayoría de los periódicos. Así, la influencia perniciosa de la prensa particular quedará neutralizada y obtendremos una autoridad enorme sobre el público. Si autorizamos la publicación de diez periódicos, fundaremos treinta de los nuestros.

Los periódicos que editemos serán, aparentemente, de tendencias y opiniones opuestas. Esto habrá de inducirles confianza a todos y habrá de atraer, sin recelo, a adversarios que caerán en la trampa y se volverán inofensivos.

En primera plana, desplegaremos los órganos de carácter oficial; estos siempre velarán por nuestros intereses y no nos habrán de quitar el sueño. En segundo lugar, colocaremos los oficiosos, cuyo papel será el de atraer a los indiferentes y a los amorfos. En la tercera fila, instalaremos a la presunta oposición: al menos un periódico colaborará con nosotros como el antípoda de nuestras ideas. Nuestros adversarios tomarán a este falso opositor como su aliado y se nos revelaran por él.

Nuestros periódicos serán de todas las tendencias: aristocráticos, republicanos, revolucionarios y hasta anarquistas; esto, por supuesto, mientras dure la constitución. Tendrán, como el Dios indio Visnu, cien manos, cada una de las cuales acelerará la transmutación de la sociedad. Estas manos conducirán la opinión como le convenga a nuestros intereses (un hombre alterado pierde la facultad de razonar y se abandona fácilmente a la sugestión). Los imbéciles que crean seguir la opinión de su partido repetirán la nuestra, o la que nos convenga. Se verán siguiendo el órgano de su partido sin saber que, en realidad, escoltan la bandera que enarbolamos ante sus ojos.

Para dirigir en dicho rumbo nuestro ejército de periodistas, organizaremos esta labor cuidadosamente. Bajo el nombre de oficina central de la prensa estableceremos reuniones literarias en las que nuestros agentes darán, sin que nadie sospeche, la palabra de orden y las normas. Discutiendo y contradiciendo nuestras iniciativas de una manera superficial, sin penetrar el fondo de los asuntos, sostendrán inútiles polémicas con los periódicos oficiales a fin de procurarnos los medios de pronunciarnos más claramente, lo que no es conveniente hacer durante las primeras declaraciones oficiales.

Estos ataques servirán, además, para que nuestros súbditos juzguen garantizada la libertad de palabra. Asi, nuestros agentes tendrán pretextos para afirmar que quienes nos impugnan son unos charlatanes sin argumentación para refutar seriamente nuestros proyectos.

Tales procesos, inadvertidos para la opinión pública pero seguros, nos atraerán ciertamente la atención y la confianza pública. Gracias a ellos, agitaremos o calmaremos los ánimos en cuestiones políticas según sea preciso, convenciendo o suscitando dudas, publicando la verdad o la mentira, confirmando o contradiciendo según el efecto deseado, pero tanteando siempre el terreno que habremos de pisar.

Venceremos a nuestros adversarios porque ellos no dispondrán de órganos que puedan dirigir la opinión hasta las últimas consecuencias, como nosotros. No tendremos ni siquiera necesidad de largas y profundas refutaciones. En caso de necesidad, refutaremos enérgicamente en la prensa oficiosa los globos de ensayo lanzados por nosotros mismos en la tercera categoría de nuestra prensa.


Todos los órganos de la prensa están ligados entre si por el secreto profesional; como los antiguos augures, ninguno de sus integrantes revelará el secreto si no recibe la orden de hacerlo. Ningún periodista osará traicionar este secreto, ya que no será admitido a la profesión quien no tenga en su pasado alguna falta vergonzosa: en caso de deslealtad, esta mancha sera inmediatamente revelada. Mientras que estos estigmas sean conocidos solamente por unos pocos, la aureola del periodista seguirá atrayéndonos la opinión de la mayoría que le sigue con entusiasmo.

Nuestros cálculos se proyectan principalmente sobre las provincias. Es necesario que excitemos en ellas esperanzas y aspiraciones opuestas a aquellas de la capital, que haremos pasar como espontáneas. Claro está que la fuente de la discordia siempre seremos nosotros.

Mientras no disfrutemos del poder absoluto, tendremos necesidad de arrollar las capitales con las opiniones del pueblo provincial, es decir, por la mayoría manejada por nuestros delegados. Es necesario que en las capitales, en el momento crítico, no se discuta el hecho consumado por haber sido ya aceptada por la mayoría provincial.

Note otra vez que el punto es que lo más esquizoide de lo anterior es que era una “doctrina” atribuida a judíos cuando realmente es un documento de psicopatía y denota el pensamiento de tales caracterópatas de cada raza, creencia, color, nacionalidad o religión, en cualquier época o lugar. Y que el problema es que, ahora, hay tales individuos en posiciones de poder como en los EEUU.

Los Estados Unidos es simple y sencillamente una Patocracia. Ha sido tomada por individuos con déficits psicológicos claramente delineados, y han llegado a posiciones de poder porque el conocimiento psicológico de las masas es deficiente.

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